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30 DE OCTUBRE DE 1960 - DIOS BAJÓ A LAS CANCHAS

15 años después de la segunda guerra mundial, Zeus paseaba preocupado por el Olimpo. Los argentinos ni percibieron su presencia. Dormían luego de una larga jornada de trabajo.
Dios se sentía agotado, la humanidad continuaba polarizada.
Zeus y Dios acordaron. El mundo necesitaba una alegría. Un poco de picardía, una pizca de diversión y una buena porción de juego limpio. Eso necesitaba el mundo.
Zeus pensó. Mucho. Qué difícil era encontrar algo que contuviera esos tres elementos.
A Dios, le ocurría lo mismo.
Un relámpago alumbró el Olimpo y a Zeus se le iluminó el pensamiento. El fútbol!! Solo el fútbol podía reunir esos tres condimentos.
Entonces, Dios recordó el pesebre en el que alguna vez durmió su hijo. Fue así que pudo imaginar ese ser que tanto deseaba. El pelusa de Fiorito. Qué otro sino.
Zeus sacó del viejo arcón ese numero 10 que tenía guardado hace tiempo. Sabía que para algo le iba a servir. Y lo pintó de celeste y blanco. Los colores del cielo.
Ahí Dios metió la mano. Esquivó a 6 santos que trataban de detener su paso. Tenía que llegar al arco. Allí debería estar la redonda. Entonces, en vez de un pan, le puso la pelota bajo el brazo. Fue cuando se escuchó el grito de gol.
Era la madrugada en el Policlínico de Lanús. Después de 11 mujeres, había nacido un varón. Los médicos y las enfermeras gritaban gol.
En una obra monumental, los dioses acordaron.
Desde el Olimpo.
Desde el Cielo.
El Diez bajó a las canchas.

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